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lunes, 11 de noviembre de 2013

Adorar en lo terrible



-Hablábamos de gente joven, que saben un chingo de cosas y se sienten sagrados namás que conocen lo que nadie más conoce… porque conocen cosas que a nadie le importan, con las cuales nadie se compromete… por otro lado tienes una generación de artistillas plásticos baratos, de todas las edades;  eventualmente los chingones, qué pueden hacer… justo se trepan a sus cuates filosofía y letras para irse a la feria del libro vestidos de ángeles (pintados de verde) a susurrarle poemas al oído a los compradores de libros. Claro, la imagen es bellísima, es poesía en practica, pero pues ahí queda.

-Bueno ¿y a qué tipo de gente se los decían? ¿A todos?


-          Susurraban, que no es lo mismo, y tú ni sabes quién lo está haciendo…. pues a los que iban a comprar libros, digo también hay que saber leer. ¿no? Porque mira, el fenómeno es exactamente el mismo cuando vino la expo-sexo, es como “proletario venga usted a ver lo que nunca se va a poder comer”, digo yo nomás veo la portada de los periódicos el Universal, el Grafico, esos. En esos días aparecieron fotos así, entonces está una donde apenas insinúo parte del cuerpo, el cabello, la espalda de la chica que está en pelotas, en el escenario puesta en cuatro y entonces así todos los piches güeyes con sus celulares y entonces un señor así, de los que te encuentras en la calle, un mexicanote mexicanote, un señor así medio chaparrito, cachetón con bigotito, cabello negro negro, con una pinche cara de perversión absoluta pero así, de que tiene el celular y hasta está temblando….este país no sabe consumir, sabe adorar en lo terrible.

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