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martes, 9 de julio de 2013

Kukulkán, templo, comercio y el conflicto | Cruel águila




[al señorío del Xibal-ba posan ahora las estelas que trajo Kukulkán,
Cada estela fue colocada en rededor de cada templo, por esquina,
A cada espacio del silencio formando esquina
Un árbol,
Un árbol negro entre toda la arquitectónica del Mayab]

[Así su rostro vuelto azul, ellos vuelven]

Señor del Tres del Xibal-ba[1].- Rosa del mayab,
Señor del Cuatro[2].- De la selva, suave orquídea,
Señor del Dos[3].-   Hija de la ceiba.
Señor del Cinco[4].- Viniste aquí a nuestro lado Kukulkán, y trajiste a tu gente,
Señor del Tres[5].- Y trajeron sus estelas.
Señor del Dos.-Y las plantaron de frente ante la gente.
-          Señor del Uno[6].- Yace en ti la serpiente.[7]
Señor del Seis.- Mis hijos son tu cuerpo, allí en piedad dragones
Todos los muertos,
Quien calla y quien dice del rostro quien somos nosotros.
Kukulkán.- Señor, pie del teocallí;
Mira sus ojos en ti Señor, la cantera hoy no arde,
Hoy no canta,
Y sus ojos aquí de mi lado te miran.
Señor, ¿son ellos gente del Mayab?
¿Son ellos, Chichén de los Itzaes Señor
también tu gente?

Señor del Seis.-En las manos y en sus rostros veo a sus padres,
Las estelas que colocas contienen en azul el rostro de sus padres,
Nuestros hermanos y también de nosotros dignos ancestros.

Kukulkán.-Señor, ¿son ellos también tu gente?

Señor del Seis.-En las manos y en su rostro veo tu rostro, mujer.

Señor del Uno.-Son tus hijos Kukulkán, ¿a qué los trajiste con nosotros?

Señor del Cuatro.-Por violencia, los trajo por violencia  a nosotros.

Señor del Seis.- ¡Prendan las antorchas de los templo!
[las escalinatas del complejo muestran por docenas los arqueros, todo se ciñe en rededor de kukulkán]
Kukulkán.- ¡Ventura! ¡Amor, amor, amor…!
Señor del Seis.- De las flechas el viento

Kukulkán.- La crónica señor del azul de todo portento.

Y vinieron por ti…
Allí el viento en corazón eterno la noche, clavel azul de tu resguardo.[8]
Y así vinieron los maestros, los canteros, a increpar el sonido del viento al alular de su martillo el ciencel la piedra y el fuego,
Tejieron las mayas, quemaron la piedra,
Del polvo en el polvo tallaron la silueta,
Aquí Xibal-ba nuestro destino.
Estela Seis Señor del Dos
Sólo su rostro Señor, oscuridad del papel,
Ay, te pintaron:

Aves cantas,
Aves sueñas,
Aves vienes y contar,
Uno, dos, tres me adelanto,
encantas a tu sueño,
y otra vez apareces en la tarde azul,
a nombrar así el color del cielo.
Tres veces muchacha tu cintura y tu cadera por mis manos,
Tres veces pasas la escalinata en fragor del tiempo.
Tres veces pasaste por la escalinata de este templo
como cualquiera que camina por su antiguo hogar.
Sin reconocerlo muchacha todo es nuevo, una extraña pertinencia. Lo sabemos,
Nos sabemos muchacha. Los amantes con su rostro eterno amantes la misma tarde,
Diez mil aves vinieron en tu canto.
- Míranos. Aquí al cincel nuestras voces.
Diez mil aves cantaron tu nombre,
Sangre tibia, Piel de conejo,
Cantarán entonces tu nombre las cornisas.
¿Eres tú quien tiene el color de la flor en su encanto?

Estela cuatro Señor del Uno
Piedra de la colmena, mírales cantar, Verde azul tu tierra,
El viento y sus testigos:

El verso es
del existir e insistir en solides del curso la inscripción
es,
un dentro, un fuera,
toda la criba que fija en uno el útil
y los destempla,
la sucia devoción del instrumento que fija del viento a tu Señor el nombre un espejo,
tu invocación y el dedazo de tiempo
que eres en rededor quien habla y quien cayó,
la Luna quien juras;
Futuros vuelven al paso.
Solo los poetas ante el silencio del Dios
Son,
honda lejanía quien palabra apresta,
pasa y quien brilla lejanía,
refulge luego y sienta el paso de un pleno,
sonido aplastante que al claro todo lo mira
y lo resuelve en un reflejo azulado del sol.
Apunta breve, mata el resguardo,
Y todos los proyectos del tiempo y la nación
Del sonido del tiempo y todas las causas del silencio
El sur,
Verde calor en tarde bella tus ojos.
Lo miras, lo miras y sus rodillas te aplastan.
Una noche en compasión y la eternidad es aplastante,
Sus ojos y la esencia de la libertad en el Valle le miran.
El tráfico comienza.

Estela tres señor del Tres del Xibal-Ba,
Piedra del rocío, campo del hambre y devoción de tus hijos:

Amargo tu sueño Señor que miras,
Miras el cielo y callas,
Callas al Cielo que callas.
Lo miras.
Cual si las cuevas nos arrogaran
Pasa algo, pasa prisa,
Pasa alado en fuego clavel tu corazón el futuro.
Las rosas, las rosas,
las rosas y la brisa.
Es sólo voluntad del fuego permanecer juntos.

Estela dos señor del Seis del Xibal-ba,
Tumba de la luna y palabra del sol, 

El aullido de la ceiba y la floresta,
Los ojos huracán del clavel,
Somos, entonces soplamos.

Allí, de donde llegue el soplo, el sol,
Se yergue,         
Somos el sol y tu muerte,
Señor,
Hijo del cielo, señor del viento,
Señor de la tierra.

“Todo nuestro amor te pertenece Kukulkán,

Vamos, abre las piernas,
Acaso  también la verdad se implora.”

Señor del Cinco.- Paz detrás, miseria,
El hambre y la pobreza del espíritu;
faltan dos estelas muchacha, una por calor en tálamo cada templo.

Señor del  Cuatro.-  Viento de paz si sólido lo envuelves,
Así de nosotros el sur quien viene detrás, ella viene y traerá paz y hondonada por la brisa,
Despacha a tu gente, son también nuestra gente,
Lleva contigo a Jaguar Blanco.

Señor del Seis.- Luego la mar, la sangre y la violenta tempestad del huracán por la tarde,
Solo detrás de toda la destrucción toda tu sonrisa.
Vuelve.

Señor del Uno.- Vuelve,
allí todas las rocas con su nombre quien la envuelve;
Tállenlas, borren del tiempo toda su efigie.

Señor del Dos.- Así entonces de fuego la verdad por quien todo es.




[1] Colmillo verde jabalí de tormenta.
[2] Nube gris cucú del bosque.
[3] Ceiba dorada escarabajo de sal
[4] Halcón marino orquídea silvestre.
[5] Pedernal en sangre hueso del conejo.
[6] Jaguar del bosque jaguar dorado Ocelote.
[7] Señor del Seis del Xibal-Ba, Señor hormiga nido de la serpiente, guerrero y señor de las siete regiones del jaguar,
Rugido del sol y canto del mar en el Mayab. También tu corazón.
[8] Testimonio, el canto a su clavel, todo en alto.

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