Buscar este blog

sábado, 23 de julio de 2011

Quién habla y quién dice


Que si la fenomenología causa sensación el último vortex aún se cruza de la definición del fenómeno hasta el discurso racional de su enunciado. Es aquí donde posa la hermenéutica, ella parte hasta el todo para estar en lo absolutivo de la resolución: el reposicionamiento.

Lo reposicionado:

“Sóc.- En el caso del sol, si es que te parece bien este ejemplo, tú aceptarías, creo yo, que es suficiente si diéramos como explicación del mismo que es el más brillante de los cuerpos celestes que se mueven alrededor de la tierra.” Teeteto 208d

Nuestros amigos de Gredos nos llaman la atención sobre un pasaje de Aristóteles, Metafísica, 1040 a28. Nosotros citémoslo desde un poco antes.

“¿Por qué truena?, significa ¿por qué se produce un ruido en las nubes? Lo que se busca de esta manera es por qué una cosa se predica de otra. Como si se preguntara ¿por qué estas cosas, por ejemplo, ladrillos y piedras, son una casa? Es obvio que en este caso se busca la causa. Pero la causa en el plano del discurso racional, es “lo que es ser esto” y éste, en ciertos casos, es la causa final, como ocurre con la casa y la cama, y, en otros, es el primer motor, pues éste también es causa.”

Lo que piensa Aristóteles sobre la causa es la propia temporalidad, pero esta temporalidad es la lejanía de un canto desolado. De aquí ya cabe ir pensando que la doctrina del amor fati de Nietzsche, como consumación de la metafísica no hace sino reiterar los horizontes, invertir las perspectivas: su filosofía es a la metafísica lo que la física de Galileo al heliocentrismo.

La apertura técnica a la apariencia instrumental.

Cuando Aristóteles se pregunta porqué truena, aquello que truena primero se busca en el ruido producido en las nubes. Más allá de la especialidad en que ya reposa esta apercepción –la decisión –, la causalidad como el régimen de predicabilidad donde una cosa es por otra –hermenéutica alegórica –, aparece consumado al propio claro de comandancia espacial. Es aquí donde viene la corrección, la transformación a la esencia de la verdad.

Dice pues Aristóteles que la causa no es la especialidad sino es en la especialidad, ¿qué es?  lo que es ser esto. Éste, en ciertos casos aclara Aristóteles, es la causa final, cómo ocurre con la casa y la cama, y, en otros, es el primer motor, pues éste también es causa.

Queda claro entonces que la ousía de la mesa es la aparición de la mesa al claro
de la “mesa”. La ousía de una mesa es la mesa en tanto causa final de ella: presencia.

Aquí el cómo se presenta lo que se presenta ya es otro boleto

Pero entonces, ¿la ousia de una manzana es una manzana? ¿la ousía del universo es un universo?

Es aquí entonces de donde parte todo humanismo, pues cuando se busca una cosa que no se predica de otras, dice Aristóteles “¿como cuando buscamos qué es el hombre?” esto ya siempre esto tiene la impronta efectivamente trazada por Hegel, la libertad, ergo, el Estado.  Este primer motor es la palabra de Aristóteles para Dios.

¿Pero qué sucede cuando un hombre es predicado por otro hombre?
¿Qué significa pensar

[el mito del tercer hombre y la crucificción]

No hay comentarios:

Publicar un comentario