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jueves, 30 de junio de 2011

¿qué dice "existentes"?

Se dijo que la existencia es el actualizarse como espacio y tiempo de la espera del ente depotenciado en el mundo

Ser-ahí, la síntesis de la categorialidad, es no lo dicho, sino el efectivo decir que dice ser y dice ahí,

según la consumación de la metafísica. Esto, signifique lo que signifique, es la historia del concepto “consumación de la metafísica”.

Qué es lo que existe, el concepto. A este concepto es al que se le predican todas las categorialidades.

Más allá del concepto sólo radica la idea.

Esto es la metafísica en su inicio y partida.

Existencia es la palabra de la metafísica.

Pero esta no es la palabra donde inicia la historia del ser,

Simplemente su novela,

Modernidad.

Ahí mienta la totalidad del régimen de adscripción.

La depotenciación del ente es, respecto a su procedencia, un efecto fundacional del propio paso que lo depontencia,olvido como

La asignación del signo.

El signo autodesignante es el signo del Hombre.

Esto es lo que hace al lenguaje ser humano.

Los derechos humanos son el ámbito de inscripción del lenguaje,

donde el lenguaje como modo fundamental del ser humano retorna a su

principio.

De aquí parte toda corrección o toda correccionalidad,

también todo gobierno.

miércoles, 29 de junio de 2011

El discurso de la escritura

El decir que dice ser voz,
Está escrito,
El estar escrito de lo escrito,

La palabra que por estar escrita es lo que dice ser
La palabra que por estar escrita dice lo que es
Este decir del ser retorna en el ser mismo de lo escrito,
Parte del todo del ser.
Retorna.

La parte de la parte no es una categoría aparte,
sino el punto de inicio de lo uno y lo mismo.

Aquello que traza horizontes, más no así conforma,

Sino que posa y reposa

Aquí, deformando lo aspergido,

Imagen,

Idea,

Metafísica,

Verdad.

lunes, 27 de junio de 2011

La estandarización del lenguaje II


Busquemos la enunciación de una tesis escatológica respecto al ser-ahí de la historicidad:

La finalidad del mundo (la historia) es el grado de confección y resguardo temporal que una escritura se permite cifrar respecto al tiempo mismo del paso.

Advirtámonos ahora, desde nosotros mismos, a precaver nuestras salidas en la interpretación que hace oír el concepto de nihilismo en el querer que ve en una palabra la actuación del todo cuando que, ahí, sólo está el hueco del tiempo de su invocación (su desventura) como el ser-ahí de la lengua.

Ante el todo apercibido (ousía), se subyace la desolación del tránsito.

¿Quién es este sujeto y cuál es el ámbito de su desolación aperceptora, quién es ésta sequedad demente y deicida?

Cuando se dice que la forma proposición, la forma representación o cualquier otro evento significante, al acaecer de la forma como subyacencia que permanece al pase – su acontecer puntual – le sucede la posibilidad de su acontecer, –la formalidad de su forma–, es tal posibilidad la cosa que se juega en el transcurso de lo actual por lo aspergente.

La actualidad como el transcurrir de la aspergencia mienta en una eventualidad significativa el acontecer real de la praxis, su actualizarse, donde recién la necesidad ha quedado otorgada.

El otorgar que ha sido conferido presenta la pertinencia a llamar los ocasos y establecer el sínodo de la presencia, sínodo donde el ente se haya dispuesto a la disponibilidad de sus empleos.

El actualizarse como el espacio y el tiempo de la espera del ente depositado en el mundo –categorialidad–, mediante este pase de sí, se encuentra depotenciado de cualquier connotación precedente por un efecto fundacional del propio paso que lo ha depositado –el ente – a su disponibilidad: existencia.

El camino que inicia del primero y más simple fenómeno del espíritu –la conciencia inmediata – ya se encuentra siempre transpuestos por la andanza de la meditación en pos de los Hitos que anteceden a nuestros propios pasos. La condición de posibilidad de estos Hitos no es otra que la de las condiciones materiales de su presencia: Mundo e historia mundial.

El desarrollo de la dialéctica de la conciencia hasta el punto de vista de la ciencia fílosófica encuentra como única necesidad de sí el paso arrollado en pos del mismo desarrrollo. De manera que cada categorización sólo posee el signo del evento como único engarce de un ensamblado programado, proyectado, consumido, más no así consumado.

Ha llegado el momento donde la filosofía ha de detenerse a contemplar el aspecto formal de la simple conciencia, que si el punto de vista filósófico –la cientificidad de sus vanidad – es el más rico de contenido y por ende el más concreto no es esto simplemente porque presupone las figuras concretas de la conciencia, lo que Hegel invoca bajo las categorías “moral”, “arte”, “religión”, etcétera; sino porque ya estás categorías singan el paso de su permanencia en tanto consuno y pos de la consumación del mundo: la muerte de Dios.

Cuanto Hegel señala que estas figuras concretas de la conciencia, –estos “estos” – son parte del sistema de la ciencia, son (están) en tanto entran al primer desarrollo de la conciencia puramente formal “como a espaldas de la conciencia”: Mundo.

La meditación, que ya siempre parte de la asunción a las hipótesis por el crash de la representación, cuando que Hegel nos advierte que los problemas que se van presentando en el ámbito de la representación sobre la naturaleza del conocimiento – epistemología –, la fe – teología y otras cosas –, etcétera, no simplemente busca el instante o la imagen del estallido; que si los problemas se reducen (sinécdoque) a su convalidación empírica y comprobacional, tal régimiento de verificación y de falsedad poseen su judicatura ahí donde el pensamiento simple ha encontrado en la lógica, simplemente, la predisponibilidad pre-juzgante (pautado de meta-criticidad del trascendentalismo) para la asignación de sus “verdaderas significaciones”: la mundanidad del mundo.

domingo, 26 de junio de 2011

Tesis de Bachelard

La imagen es sólo el movimiento del psiquismo, en tanto el poema es el desarrollo de sucesivos movimientos dentro de un proyecto de prefiguraciones. El poema, se dice, necesita longitud, la imagen sólo necesita instante; pero es a que, hay una doble determinación no pensada, que podemos presumir una doble elaboración metafísica y semántica.

Qué sean la longitud y el instante, es falso lo ignoremos. Cabría preguntar entonces si se puede tener una perspectiva menos fenomenológica, que ya esto, en tanto conlleva saber qué significa para cada quién la fenomenología, resulta imposible encontrarnos con que Bachelard no estuviera enterado de Hegel, por ejemplo.

Si la fenomenología es, su ser-ahí no depende de los sujetos Husserl, Hegel, Bachelard o Valdivia. Una puerta de ingreso a esto sería pensar en las intensiones a-subjetivadas [¿por qué no a-nónimas?], pero esto es siquiera el instante, que ya como descriptor resulta parco e innecesario, por demás inoperable para hacer una arqueología de mis versos. Llamemos a esto fetiche por el grafismo, pero ¿qué haremos después con las cenizas?

¿Realmente hay quién encienda en llamas sus propias obras?

La imagen y el poema, si son interpretados desde lo que se dice en imagen e instante, ¿pueden entonces precursar el ocaso?

Y es que toda imagen implica movimiento, pero que no es acaso que haya movimiento porque haya espacio, sino que es espacio el propio ir del movimiento que permite capturar el instante de su ocaso, el marchar eterno ante la penumbra del tiempo.

El instante es sólo el eideon que eideomatiza su eidea, la voluntad de su poder, su reprimido deseo.

Aquí se juega siempre el sino del filósofo, más no así el singo de su carne; que, sólo cabe apuntarlo, el sino del filósofo no es el filósofo mismo. De seguirlo a lo actual, aquí luego caminas a que así como el filósofo sujeto a un signo no es el mismo sujeto sujetado a un nombre, filósofo, un hombre, su portador, su llama, la actualidad de la nada, eso que aparece en tanto filósofo, es la realidad de una mirada, una imagen, un instante eternamente diferido en pos de encontrar lo mismo, la palabra, el fuego, el espíritu absoluto que renace para juzgar a todas las almas: una tierna aurora que atrapa las miradas y los instantes en lo que no tiene nombre y apenas transita de la tierra a conquistar todos los albores, a ser señor del mar.

Claro que ahora, cada instante llama otra cosa, logos, y el ser-ahí del tiempo no se comprende desde sustancias ni desde esquemas matemático disposicionales.

El filósofo ya siempre se haya comprendente de la negatividad de su propio castillo,
de su propia metaforicidad aspergente, perdido en medio de la salvedad de su doble tránsito.

Cuando Hayden White piensa lo poético, lo piensa como un proceso lógico-racional, pero cómo entonces lo piensa Bachelard? Todo está nombrado en lo que se piensa como instante e imagen. El qué de esto que, se encuentra pensado, es la totalidad del ente efectuado.
El instante como totalidad se consuma acaso como la re-efectuación, en tanto que el ente efectuado se haya en trance de la perspectiva; esto se llama el arte de invertir las auroras.
Una espada flamigera que corta por la mitad a lo aspergente en tiempo y espacio recién predispuesto.

En el acontecer de eso del pensamiento que ha sido pensado, la re-efectuación ya se encuentra dispuesta en tanto la representación del espacio está aquí efectivamente re-efectuada (presente). Esta es toda la vanalidad de lo que se llama y se puede identificar por “francés”, por ejemplo, que lo que nace ya siempre es nación de sus propias armas incendiadas, predisponibilidad de cruzar los lugares, al haber trascendido del ámbito de imposición de comando hasta la imaginación de los recién errantes o errantecidos albores.

La pregunta por el desde al tránsito que señala el lugar de la nada es trance de lo pensado.
El mañana así se encuentra como la inmediata preposicionalidad que interrumpe la nada en el “en” que coloca a pensar el trance, nos hace hallarlo como espacio dispuesto al margen, gobierno, encontrado en trance de ser ahora imagen (panorámica) y no discurrir del agua por la sal de la miradas errantes, congelados en la frialdad de lo aspergido dominado por la estatutuaria.

El preguntar no es lo que es lo preguntado, es la re-fectación del espacio, sino del régimen de comando que disposiciona a la nada a marchar y no caminar por lo absolutamente desierto de la tarde. De ahí entonces que el castellano disponga un doble signo para referir la absolutes del espacio comprendido por el comando errante del caballero que interroga por lo inexistente de lo acontecido.

Pero aquí apenas cae el poeta en todo aquello que se ha tragado como idea de martillo.

Filosofía política de la piedra

I

Un territorio mejor asentado,
un plasma que derrite todo,
la sangre del cuerpo perdida,
demente,
alimento del dios de los humanos:


II

El cuerpo que demente sangra
no es la voz que derrite la noche,
es el acto que inscribe la pauta
para morir de la noche en los ocasos

la sangre derramada
en la ausencia de las piedras del viento.


III

Noticias de nuestro mundo
Noticias de nuestro cuerpo,

Una visión de condena,
de amarillo de farsa,
una cadena que sucia arrastra
cada uno de nuestros gestos aterrados.


III

Cordilleras, montañas, gestos y valles,
Autopistas que llevan al corazón de piedra,
a los antiguos precipicios y acantilados del tiempo.


IV

Prácticas de consumo

viernes, 24 de junio de 2011

Intersecciones: Crónica de una trasversión de los ocasos.

Son tiempos peligrosos
quién puede acusar a los poetas por este terror:
ser-ahí donde se puede dejar de ser.

Sonia

Existencia es lo que suena en la palabra del ser, el olvido de la esencia del signo que precursa los ocasos, lo supuesto a la pregunta por la esencia de la real.

Y

Existencia es lo que suena en la palabra del ser, el olvido de la esencia que precursa los ocasos, lo supuesto a la pregunta por la esencia de la técnica.

Esencia y esencia del signo

Lo curioso no es simplemente como nos hemos acostumbrado a decir las cosas, sino ya a nombrar las palabras.

¿Qué cosa son las palabras?

Si atendemos a la curiosidad, a su no-simpleza, la esencia descansa en lo negativo de su presencia. Entonces podemos atender a la fenomenología, a su distinción de lo eidético y lo noemático para aprender que los horizontes simplemente nos dejan encerrados, aterrados unos y unos mismos en los mismos silencios, en los mismos ocasos.

Sucede entonces que una voz nos reclama, ¿qué se ha dicho?

Pero esta voz es falsa, esta voz es sólo un discurso. Por eso dicen que la filosofía ha muerto, el logos del padre, el logos del hijo.

No. Yo quiero saber qué es esto que se ha dicho.

Lo que se ha dicho no es el pensamiento de alguien, tampoco es la silueta de su idea.
Es el signo del sí mismo que tortura a ninguno. Es el amor a lo desconocido.

El signo y su materialidad.

El silencio que silencia su voz en nadie, en ninguno.

¿Quién dice las palabras?

El payaso de la torre.

La pregunta presupone el título Así escucha Zarathustra.

Cuándo te ocultas de los mares llevas la claridad y la luz a los mismísimos infiernos.

Tú te ocultas de mí.

Tú te ocultas de mi, Así habló Zarathustra.

“Eso fue lo que Zarathustra dijo a su corazón cuando el sol estaba en pleno día. Sondeó entonteces las alturas con la mirada, pues había oído la voz aguda de un ave: un águila trazaba amplios círculos en el aire, y de ella colgaba una serpiente, no como si fuera un botín, sino como una amiga, pues el águila iba enroscada a su cuello.”

La predisponibilidad de lo real como estandarización de cada uno de los procesos del tiempo, la masilla del dios entre los dedos humanos.

Y efectivamente aquí estamos, la filosofía mexicana.

¿Para qué lee un filosofo a Gadamer?

Para acallar a la voz del ave.

Lo importante no es lo que digo, sino qué hago cuando digo lo que hago.

Ese hago es el hacer que a una toma la tierra del tiempo y lo vuelve el corazón del espacio.

La tierra, ¿cómo habla la tierra?

El Mundo, la Iglesia, el Estado, la voz del pueblo, los ladridos del perro del infierno.

Pero esto es un ámbito de jerarquía.

¿Cuál es la diferencia entre un listado y una jerarquía?

El esquema que administra el mando.

¿Cuándo se detiene el ejército?

Cuándo el ejército se para en el principio.

Aquí es entonces que se funda el gobierno,

arke cratos.

¿Cómo de ahí se llegó a ciencia política?

De la cacería a la trashumancia, de la trashumancia al pastoreo, del pastoreo a la tierra del ensueño. Pero aún así hubo siempre abejas que se hartaron de lo mismo.

¿Qué novela podemos construir hoy?

¿Qué historia reclama la eternidad de los ocasos?

Quien puede pensar la historia y no hacerla no es un filósofo,

Tampoco un historiador, simplemente otro charlatán echado.

Y es que la novela no describe amaneceres;

meramente se trata de consuelos,

de fármacos, de antidepresivos.


lunes, 20 de junio de 2011

La estandarización del lenguaje I

Como te encuentro a mitad del cielo,
dispuesto al precipicio de tu voz,
ay, ¿pero alguien mira de frente tu rostro?
¿A quién esperas ver perdido allá en el cielo?


Se dijo que la forma proposición, la forma representación, o cualquier otro evento significante, antes de acontecer puntual, ya siempre es posible en el transcurso de lo actual por lo aspergente.

La actualidad de lo actual - se prosigue - predetermina cualquier práctica significativa o significante donde, al actualizarse, se quiere encontrar necesidad.

El actualizarse es lo que es respecto al ser-ahí de la actualidad de lo actual; el esenciarse de la esencia que acontece [(actúa)] a una con el emerger desde el claro a la recepción de Ricoeur desde Tiempo y Narración. Este “a una” se haya ahora interpolado por la finitud de la interferencia, lo que de suyo se asumió en tanto mimesis: el antes de ahora que nos asume a concebir en esto el contrato y contrabando del albor de la exégesis de la referencia como florecer de la Metáfora viva.

En la historia de la filosofía de la historia – si es que aquí a algo se le puede llamar historia o filosofía – los mitos se encuentran revivificados en una terrible pesadilla diurna, esas de las que se amanece con vértigo y veneno en la voz de la conciencia.

Ante el mito, pensemos la realidad de lo real. Digamos sí a Hegel:

“En mi Fenomenología del Espíritu, ha sido trazado el camino que inicia del primero y más simple fenómeno del espíritu, es decir, de la conciencia inmediata, y que desarrolla la dialéctica de la conciencia misma hasta el punto de vista de la ciencia filosófica, punto de vista cuya necesidad se encuentra precisamente mediante tal proceso; por este motivo, en el momento de su publicación, la obra ha sido designada como la primera parte del sistema de la conciencia. Pero no podíamos detenernos en el aspecto formal de la simple conciencia, porque el punto de vista del saber filosófico es precisamente el más rico de contenido y el más concreto, y al mismo tiempo, emergiendo como resultado, presupone las figuras concretas de la conciencia, como, por ejemplo, de la ética, de la moral, del arte, de la religión, etcétera. El desarrollo del contenido y de los objetos que forman el objeto de cada una de las partes de la ciencia filosófica, entra, por consiguiente, en aquel primer desarrollo de la conciencia puramente formal; tal desarrollo se produce como a espaldas de la conciencia en cuanto el contenido se conduce como él-en-sí, respecto de la conciencia. La exposición se hace por esto más complicada, y en lo que concierne a las partes concretas, entra ya parcialmente en la fenomenología. Las consideraciones que aquí emprendemos tienen, además, el inconveniente de no poder ser tratadas sino de un modo racional e histórico-descriptivo, pero principalmente deben contribuir a formar la convicción de que los problemas que se van presentando en el ámbito de la representación sobre la naturaleza del conocimiento, sobre la fe, etcétera, y que tenemos por cuestiones concretas, se reducen de hecho a meras determinaciones de pensamiento simple que sólo en la lógica tienen su verdadero significado.” Filosofía de la Lógica, G.W.F. Hegel §26.

Sé que te vuelvo a encontrar: La estandarización del lenguaje.

“El desarrollo del contenido y los objetos que forman el objeto de cada una de las partes de la ciencia filosófica, entra, por consiguiente, en aquel primer desarrollo de la conciencia puramente formal; tal desarrollo se produce como a espaldas de la conciencia en cuanto el contenido se conduce como él-en-sí, respecto de la conciencia.”

Lo que forma el objeto de cada una de las partes de la ciencia filosófica implica al desarrollo del contenido y a la objetualidad del lo formal en-sí. Esto, el ser-ahí del ente que se llama ciencia filosófica, entra en aquel primer desarrollo de la conciencia puramente formal.

Hegel, entonces, aclara que tal desarrollo se produce como a espaldas de la conciencia, en cuanto que el contenido se conduce como él-en-sí respecto de la conciencia.

La cuestión se reduce, simplemente, al saber justo qué se dijo respecto a la entidad del ente, lo que Hegel piensa en el ser; que cuando la objetualidad del lo formal se dice ahí, el para-sí de lo mismo se llama conciencia, subjetividad pensada como espalda de la conciencia y acontecer de lo uno y lo mismo que funda el concepto de tiempo, dasein del Ser, acaecimiento, la escritura.

Existencia es lo que suena en la palabra del ser, el olvido de la esencia que precursa los ocasos, lo supuesto a la pregunta por la esencia de la técnica. La predisponibilidad de lo real como estandarización de cada uno de los procesos del tiempo, la masilla del dios entre los dedos humanos.

En tanto sistema, la Fenomenología del Espíritu lleva a cabo el desarrollo de la conciencia inmediata, el espíritu [la poesía], desarrollando esta dialéctica hasta el punto de vista de la ciencia filosófica. Pero entonces, ¿se ha partido realmente de la conciencia inmediata o se habrá olvidado la condición de posibilidad al retorno fenoménico de la meditación? [¿Cabría entender este olvido como olvido del inicio?] Filosóficamente siendo, cuando se habla fenomenologicamente del sistema, qué es la Fenomenología del Espíritu respecto a la Ciencia de la Lógica?

Escuchemos dos decires más de Hegel antes de retornar a la Fenomenología del Espíritu. Del parágrafo 6 de la Filosofía de la Lógica:

“Pero también ya para el modo ordinario de pensar, una existencia accidental no merece del todo el enfático nombre de “realidad”; la existencia accidental es una existencia que no tiene más valor que el de un posible, es decir, una existencia que puede además no ser como es.”

¿Que ha sido nombrado en el decir de Hegel respecto al no ser? ¿Cuál es su referente? ¿Qué significa su confección?

Lo accidental, una sobredeterminación de la existencia. Pero ¿puede entonces pensarse lo accidental sin el apoyo de la filosofía? ¿Puede haber referente sin antes haber confección?

No se trata de una cuestión de texto a contexto, de traducción y ediciones, se trata de la naturaleza misma ante el ser-ahí del hombre.

La cuestión al caso, se desprende de aquello que merece el enfático nombre de “realidad”, lo que ya antes de este decir, quedó nombrado así:

“En la vida ordinaria, se llama accidentalmente realidad a cualquier encuentro arbitrario, al error, al mal y a otras cosas similares, como también a toda existencia, por sutil y transitoria que sea.”

Cuidado, que aquí cuando se habla de aquello que merece el enfático nombre de realidad, no se habla de lo real mismo, simplemente se nombra, en tanto pre-ocupación, a la totalidad de hechos que configuran al edificio de la ciencia, el lenguaje.

[Aquí entonces es donde entra Gadamer a hablarnos de la lingüisticidad.]

Pero entonces la vida ordinaria, en tanto que es el ahí donde se nombra accidentalmente algo como otra cosa, es simplemente un espectáculo de vanidades, un público asistiendo a la transposición de sus ellos. ¿Qué resulta con lo real en este hecho?

Tipos que te enseñan a leer, tipos que te enseñan a escribir. Este sistema es la voluntad de dominio transpuesta en el estado político general. ¿Dónde está entonces la filosofía respecto a este espectáculo, cuál es su punto de vista?

Cabría pensar aquello nombrado “realidad” como “cualquier encuentro arbitrario”. modos de este encuentro arbitrario resultan en el error, el mal y otras cosas similares. ¿Cómo cuales? El ser-ahí del ente.

Una posición respecto a cada palabra: La posición lírica. Pero esto ¿puede ser la filosofía hoy?

¿Qué no hemos pensado de lo ya pensado?

Hegel dice que “la existencia accidental es una existencia que no tiene más valor que el de un posible, es decir, una existencia que puede además no ser como es.”

Al pensar nosotros la posibilidad de la filosofía, su voluntad de poder, ¿no hemos estado pensado siempre desde el ámbito de desvalorización del “no ser como es.”?

El poder, como cualquier cosa, no tiene más valor que el de un posible. ¿Cabe comprender el no tener más valor como el valor exacto de la voluntad?

La expresión “el no tener más valor del valor exacto” como definición que funda el valor en sí del no ser mienta entonces al no del tener. Ante el no tener más valor del valor exacto, ¿dónde queda quién tiene lo que tiene?

En tanto que el mentar del no del tener se sigue mentando en el curso de lo que se “llama” no es esta una palabra original, único origen que fusiona los instantes como ahora. Si nombráramos a esta fusión, cabría concebir que este instante de fusión, el origen, ¿sea entonces el retorno al origen desde el claro del olvido, lo que es la filosofía?

Pero es que justo aquí es donde todo Platón nos duele.

¿Qué cabe hoy entre Platón y nosotros?

Decíamos que respecto a la entidad del ente, aquello que Hegel piensa en el ser cuando la objetualidad del lo formal la decimos ahí, el para-sí de lo mismo se llama conciencia, subjetividad pensada como espalda de la conciencia y acontecer de lo uno y lo mismo que funda el concepto de tiempo, dasein del Ser, la escritura.

¿De dónde llama entonces el en-sí para ser nombrado?

Nuestro decir respecto a la objetualidad de lo forma en tanto ahí, lo dijimos co-respecto al ser del ahí, el desarrollo del contenido: La historia de la escritura como el destino de la estandarización del lenguaje.

“El desarrollo del contenido y los objetos que forman el objeto de cada una de las partes de la ciencia filosófica, entra, por consiguiente, en aquel primer desarrollo de la conciencia puramente formal; tal desarrollo se produce como a espaldas de la conciencia en cuanto el contenido se conduce como él-en-sí, respecto de la conciencia.”

El sistema, como la totalidad de las partes de la ciencia filosófica, se encuentra entonces en un estado particular: primer desarrollo de la conciencia puramente formal.

Este primer desarrollo, respecto al desarrollo de lo contenido, es el inicio de la historicidad en Hegel, lo real de lo real en la realización del espíritu absoluto.

Esto señala, respecto al trayecto de lo transitado, en dirección al ser de la Fenomenología del Espíritu.

¿La historiografía es entonces la conciencia que confunde al desarrollo del contenido como el ser-ahí del todo?

domingo, 19 de junio de 2011

Eventualidad de lo evidente

Un signo tipado uno detrás de otro, un sonido que emerge lleno de sus sueños homicidas, desolados.

El material es el “en” de la técnica, el lugar donde se ejerce una práctica.
No hay tal cosa como materia prima o encontrada a la inercia de su propio capricho. ¿Dónde acontece ésta? La materia posee un juego fundamental pero como espacialidad del producir, su donde.

Lo puntual de lo material como espacialización presente es exacto por ser presente, [ya observable]. Con ello se evidencia que por detrás de la espacialización sucede una temporalidad que es ocultada por su propia conferencia [la especialización como temporalidad oculta de su propia confección].

La realidad no reside en algo así como las condiciones materiales de la producción, a menos que se entienda por condición material de la producción la propia disposición de la representación.

Los peligros que esto último implica se juegan en el estandarte atemporal que la materia guarda para con lo real de lo existente: necesidad ¿Y si por condiciones materiales se hablase de materialidad? La materialidad necesariamente conlleva al presupuesto de la condición de su evento, el ser-ahí de la materialidad.

(“La especialización que aquí ha sucedido es insoportablemente ridícula”- sucede una temporalidad.)

Lo material es elemento esencial del producir (de la poiesis) cierto, pero la realidad es el curso de acciones que asignan significado a otras acciones, produciendo y reproduciendo sentido, la reefectuación del Mundo: signos.

Y es que ahora el elemento se ha desintegrado [la física atómica como una matemática disgregal – geometría euclidiana – metafísica de la idea: permutación metafísica del espacio interno, física mecánica – movimiento de la totalidad de la conciencia] -, pero con esto simplemente se ha despejado al elemente: esto también se llama la muerte de Dios:

La simpleza del acto llama a la fuerza del instante,
El instante convoca para llamar al mundo,
Es la fuerza de la tierra que palpita pura,
emerger siempre pura de nuevo

Mundo y segundo: Designio.

Epimeteo y la dotación de mundo.

¿Para quién ha emergido la tierra?

“Del cielo cayó una caguama,
era Carta blanca,
era Carta blanca.”

Para las condiciones materiales del destino.

La emergencia de tierra se llama humanidad. La ecuación nombrada en dos puntos dice teología-escolástica.

Entre la tierra y el mundo se interpuso la iglesia, entre la polis y el Estado está la humanidad del mundo: el cuerpo maliciente de Cristo: la historiografía de la escritura en occidente: el historial de la cruz: la fenomenología del espíritu: la antigüedad y los tiempos modernos.

¿Alguien ha seguido las conexiones eventuales que guarda la filosofía trascendental ante la catolicidad del cuerpo de cristo?

La catolicidad del cuerpo de cristo es el emerger de la tierra interpuesto por la iglesia como mundo [sólo desde aquí se puede hablar de visión de mundo, por ejemplo].

Las condiciones de posibilidad no pueden ser enunciadas sin antes haber cumplido su mandato efectivo [Novela.]

El no poder ser enunciadas de las condiciones de posibilidad subyace al olvido del ser-ahí de la negatividad: lo material [La marcha del Quijote por la Mancha].

[Edad media
La materialidad como el pueblo que ya siempre se encuentra sometido a la ignorancia del cuerpo: dinámicas del pecado (Libre y siervo arbitrio)]

El mundo pío

La depotenciación de la espera, la positividad del no poder que aguarda y desespera, se llama fe en el Estado como se llama ciencia de la lógica a la culminación espiritual del sistema.

Sola fides

La depotenciación de la espera, la negatividad de la materia que emerge al mundo antes por el dominio escrito del ninguno: posesión como necesidad de sometimiento y como amor fati del instante.

Ambos caminos ya se inscriben en consuno con la totalidad del tiempo transitado en la aspergencia rastreable entre cada una de las cruces que llaman y recuerdan el múltiple tránsito del señor por su camino, en cualquiera de sus eventualidades: sospechosa puntalidad de lo presente ante la mano: El tiempo recobrado (pero nadie me paga por haber leído al señor Proust)

Seria necesario poder pensar en las condiciones de posibilidad y en las condiciones materiales de la física atómica, de la geometría euclidiana, de la metafísica de la idea, de la metodología que propone a los tiempos modernos, la física del movimiento que sobreentiende al tiempo como movimiento de la totalidad de las esferas, etc; pero la antinomia suscitada ya tiende lo hablado: La historicidad.

La cuestión es el entendimiento del todo, la entidad del ente depotenciado, dominante, quien calla callando cada uno de los gestos que marchan eternos, epocales, medio de la multitud desollada de sus pliegos increados y medio de los vientos alisios que transitan del tiempo consumido a la disolución del segundo en arte, en espacio, en ninguno.

viernes, 17 de junio de 2011

Horizontes varios

I

Sueño de una noche entre tus ojos,
El lenguaje es punto anterior a toda perspectiva
A todo infierno o reposo entre tus piernas,
es el sueño que espanta las luces,
las luces en desbandada ante el cayado,
ante la lanza.


III

Huella del canto de la batalla,
si sueñas esta noche entre gasas,
no olvides que el árbol donde esparcimos nuestras voces
nace antes del susurro de las voces,
que las voces tiemblan su alimento,
también nacen a viajar la nada:


III

Querida pluma, querida mano,
hemos de convenir
que si las palabras dan su aliento,
es éste el tiempo-espacio
del temor esparcido del tiempo y del espacio.

miércoles, 15 de junio de 2011

Historiografía mexicana 4

De la irrealidad de la pregunta que interroga por la espacio-temporalidad de la escritura:


La historia, nosotros, los desconocidos. El ser-ahí de la historicidad se encuentra experimentado desde la escritura. Las expresiones exegéticas que dicen el ser de la escritura se juegan en:

1) Vórtice de las eternidades encontradas.
2) Expectativa y experiencia.
3) Un cascabel en el fondo del espejo
Una pluma en el cenicero de mi almohada,
Un viento próximo que llama las distancias
De los pasos alejados de la gravedad.

Respecto a lo que nos especta de los imperativos categóricos, cabe escuchar que en tanto la doctrina del imperativo categórico demanda establecer la pauta propia de la praxis como pauta universal, ya en el ir de sí desde lo real hasta lo trascendental (la dialéctica), el imperativo se detiene antes de sí en la negatividad de su propio principio, la rebelión como despliegue de su propia categorialidad: ([revelación-tradición- rebelión]-escritura)-(Xristos). (¿Y el mundo?)

Este ir de sí es el propio ser-ahí de la escritura, lo que se llama en el persistir de lo no-ente (la muerte de dios como cultura).

Sobre la pregunta que interroga por el ser-ahí de la escritura, antes la pregunta ha de cruzar la barrera especular que separa al ser del no ser, la propia escritura. Por eso la fórmula queda interrogante y no explicitada; ella misma pre-quería ir a la negatividad de sí como escritura de lo no-escrito, lo que ha y aparece como reflejo del tiempo sin ser ello mismo nada que el propio aparecer: un fantasma de la temporalidad (¿Zeitgeist? pero ¿y lo que ha encendido la flama?).

Ahora bien, sobre el reflejo del tiempo, cuando que ya el tiempo se encuentra dominado en la letra, se juega el paso del ser-ahí en la inversión del principio (el ser-ahí letra).

Esta inversión no es simbólica: el precipicio que ella señala se halla ahora mismo aquí, convocado; abolido de sí por la transversión de la temporalidad que esto evoca: mi tierra:

Dios se plexa en los referentes.

lunes, 13 de junio de 2011

Historiografía mexicana 3

Tomb of Jose Clemente Orozco in the Panteon Ci...
Tomb of Jose Clemente Orozco in the Panteon Civil de Dolores cemetery in Mexico City Español: Tumba de José Clemente Orozco en el Panteón Civil de Dolores en Ciudad de México (Photo credit: Wikipedia)
La Dictadura. Mediocre el templo de Kukulkán
mediocres templos (copias).
Grandes fachadas de piedra, piedra pelada
mal labrada
Las columnas una mierda
Cerámica monocroma, monótona
como al principio, como olmecas
o: como anuncios de gasolineras en una carretera de Texas.

Ernesto Cardenal, Mayapan

Volvamos a leer…

Busquemos de la manera más expedita la formulación a la pregunta ininterrograda que como fardo nos llama a escuchar los imperativos categóricos que dos posiciones de autoridad nos espectan respecto a México y a la historicidad.

En su momento dijimos que desconoceríamos qué significa México hoy en día.

Suspendamos los respectos de México o de la historicidad, que la pregunta entrañada no pregunta por México, pregunta por el hoy del día.

Podemos entender que cualquier cosa que sea ese hoy, es lo que México es. Ahora bien, sabemos que escribir una verdad no altera en nada esa verdad. La situación es que a pesar de escribir la verdad conociendo que esa escritura no cambia la esencia de la verdad, al inquirir por la pregunta nosotros queremos desconocer la propia esencia de la verdad:

Nosotros los que desconocemos somos conocidos para nosotros, nosotros mismos somos conocidos para nosotros mismos, simplemente nos ignoramos: cuando sólo nos hemos desconocido, seguimos juntos los mismos, transitando siempre los mismos ocasos.

Hemos de entender que al desconocer México ya hemos ignorado aquello que es el hoy.

Si hemos ignorado al hoy en tanto que ese hoy es el ser de México, México ha sido expelido del ser-ahí de la historicidad (ya siempre se encuentra perdido de sí).

Así México ya siempre dice “México” como un singular particular, una ousía. De aquí debe seguir la creación de una nación, la configuración de un estado y la formación de instituciones que preserven la integridad del estado mexicano. Ese estado es la temporalidad de la experiencia del ser-ahí de la historicida`.

Para atender a esta experiencia atengámonos a la instancia del eterno retorno de lo mismo, el vórtice de las eternidades encontradas.

Si lo dicho de lo mismo ha sido dicho desde la junción del transitar de los ocasos al tiempo dicha juntura es el horizonte donde se encuentran sepultadas y olvidadas nuestras propias esperanzas, secuestradas desde el silbido del viento hasta el silencio de lo sabido en el fondo del corazón: no pertenecemos a esta horrible pesadilla.

Ahora entonces, en tanto que pre-comprendemos que el tiempo es el horizonte desde el cual se comprende el senti`o del ser del ente, preguntemos la pregunta tentativa por el hoy:

¿Qué hace a México ser México como estado de junción imposible que se reprime y retorna en el decir del no pertenecer a la horrible pesadilla que México es?

Para responder hemos de partir en pos de un camino que ya siempre se encuentra en tránsito por el claro de la historicidad. La historia de México es aquello mismo que México es. Este mismo juntar es el ahí de la historicidad, aliento del ser que funda y reitera el ser-ahí del sí y del mismo.

Desde el decir del Erignis la historia de México es el evento propicio del ser-ahí de la transitalidad histórica: la disposición de su existencia y la maniobrabilidad de las fuerzas estalladas en el abismo de la dominación de su tiempo.

Podemos entonces establecer que el obrar de la historiografía mexicana, como representación del evento propicio, se ha jugado en el juntar que presenta su propia idea como el ahí de la historicidad. Pero si sucede entonces que al interior de ha realidad que esta proposición plantea y señala, la propia proposición se presenta para interrogar lo siempre sabido de la propia historicidad; es decir, si México ya siempre dice un singular particular, en la poética hermenéutica del transitar del devenir, la constitución de un estado de seguridad –fundación y nacimiento – es la representación de la experiencia del ser-ahí de la historicidad el claro de la misma contradicción reiterada: la experimentabilidad del quantum que pre-evalúa el todo desde su aparición de ser: el horizonte trascendental que precursa los ocasos: 

La junción del paso que fija los tránsitos en los que deviene el mismo del sí.

De manera que cuando se llama que atender a esta experiencia –el ser-ahí de la historicidad – deviene que esta experiencia es el atenerse de la instancia del eterjo retorno de lo mismo, el vórtice de las eternidades encontradas, eternidades que fijan el canal de paso por donde el sentido se ha perdido, al aparecer el sentido, de sí, fijado en él mismo: escritura.

La primera fórmula que enciende la flama queda interrogante de sí cuando confrontada con la transposición de sí, se encuentra ante el reflejo del tiempo, el espejo de entre tanta pluma y papel: la experiencia del ser-ahí de la historicidad - al ser ella en el claro del vórtice de las eternidades encontradas - se llama expectativa y experiencia. Si el objeto de la historiografía es esta experiencia de la historicidad, la existencia misma de la historicidad ya se juega bajo el mandato de las eternidades encontradas, eternidades que una tras una son reiteradas en sí mismas (conscribiendo, adscribiendo, describiendo y proscribiendo to`a positividad y negatividad consecuente o precedida de lo indigente ---positividades-negatividades que ya siempre ocultan la precursión) decidiendo desde antes del tiempo el carácter existencial de lo existente mismo: la fundación a la disposición fundante de mando y comando del si y del no – asimétricos y aspergentes – que gobiernan el ahí donde la historicidad se encuentra exiliada del mismo, ousía.

(Un cascabel en el fondo del espejo,
Una pluma en el cenicero de mi almohada,
Un viento próximo que llama las distancias
De los pasos alejados de la gravedad.)

Pero ahora es entonces que todo esto ha caído desde la nueva condensación de materia que confiere la pregunta figuradamente tentativa que interroga por el esto que permite el transitar del estado que conlleva todo hacer. La permanencia de México en tanto México, al quedar interrogada en el claro de la hermenéutica historiográfica por nosotros practicada, atraviesa por la pregunta que interroga por la esencia de la técnica, desde el útil y su empleo, como posición y reposición del ente de la escritura, el lenguaje y la comunicación al retorno de sí desde la confección de sus irrealidades, la eternidades a-temporalizantes y a-temporalizadoras que comandan nuestras polémicas con el todo.

La sustracción del carácter real desolador e infinito de cada instante es el precursamiento nominal del campo de lo experimentable en cualquiera de los plexos donde el lenguaje –primer despojo del sentido – se halla ya siempre carente de sí, abierto y disponible para todos aquellos que sean los que le pasen: todo el horizonte diseñado en una interpretación del ser, apenas insinuado en unas palabras clave, en unos tenues hilos conductores que gobiernan los destinos.

A ello, si en México se interroga por lo siempre sabido, esto siempre sabido es el olvido del olvidar del ser. Este olvido del ser –en su ser olvido— ya siempre encuentra plegado en la disposición a la existenciaridad y disponibilidad de tránsito de la propia constitución del Estado el sí: la amplitud del plexo.

Al no decir amplitud del plexo, al decir estado, el presente se olvida de su propio ser, el ser-presente del presente que siempre se dice ahora (la apertura al lenguaje pero en un encontrarse plegado – la antinomia que es y dice la voz del tiempo). Imagina un frío desolador, un frió de muerte, la historia es el manto que te permite seguir caliente, la historiografía es el olvido de muerte que permite el sueño de hipotermia al creer que un manto puede hacer la diferencia entre lo que es y lo que podría haber sido de aquí al futuro. Pero es que la historia posee múltiples direcciones, la historiografía es solo uno de sus dominios (la diferencia que media entre historia e historiografía es la misma que media desde siempre entre Tierra e Imperio).

Que la historiografía precurse las decisiones de valoración al plexo de la negatividad y la positividad de lo siempre sido y que, eventualmente imprima su propio carácter a lo que sucede en el claro del tiempo (es decir, toda la propiedad de su método, su teoría, y su maniobrabilidad de transposición de sentido), se debe a que ella misma es el primer producto de todo aquello que el olvido depone para encontrarse dispuesto como recurso que emerge en contra del mal: discurso.

En lo real lo siempre sabido del olvido –por encontrarse plegado en la totalidad de caracterización, clasificación y homologación de lo real con el lenguaje –no cesa de ser el ser que aparece cesado en su tránsito; ahora, en lo imaginario, el ser se encuentra desplegado como la pantalla que domina las experiencias y las expectativas de la nación mexicana.

[...]

+historia+, sistema, mundo.

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sábado, 11 de junio de 2011

Historiografía mexicana 2


Se dijo que era vital mantener nuestra exigencia de autonomía para comprender la comprensión de la historia de nuestro pueblo dentro de nuestro propio pueblo. Se pidió suspender cualquier consideración ajena al desarrollo autóctono de la cultura del país.

Lo siguiente lo leí en la página de un informativo digital respecto a la construcción de un nuevo museo en el centro histórico de la Ciudad de México, centro que se planifica como una estructura de acero:

“El recinto, que tendrá una estructura muy ligera prefabricada, dijo Aceves, se realiza con un carácter absolutamente contemporáneo: “no se trata de hacer un falso histórico y hacerlo estilo neoazteca o neocolonial; la ética histórica nos obliga a tener una actitud de respeto por la inspiración de la historia y una voz de nuestro tiempo para que los que vengan luego sepan valorarlo”.

Trataremos de imaginar los plexos de lo posible que hacen real lo que alumbra de lo que aquí ha quedado expuesto:

Existen dos supuestas voces, la del redactor de la nota y la de Aceves. La de Aceves nos habla desde el despliegue imperativo de la categoría “ética histórica”, categoría que en consuno nos obliga a “una actitud de respeto por la inspiración de la historia y una voz de nuestro tiempo para los que luego sepan valorarlo.”

La pregunta necesaria es por los quiénes del habla del tiempo. Dudo mucho que, por ejemplo, en las épocas pasadas alguien hable o escuche la voz del tiempo, siquiera que alguien la haya escuchado o la escuchará, pero digo, siempre estoy dispuesto a equivocarme.

Al caso prestemos atención a resonancias externas, tempestades de otras latitudes. Tal vez resulte interpolar una interesantísima y pequeña cita de Paul Ricœur que dice:

“Terminemos de una vez con la inventiva” (Tiempo y Narración III, p. 986),

Antes de saber qué se refiere con esto en el contexto de Ricœur, el término de la inventiva tendría que ser escuchado desde el requisito técnico que Ricouer presupuso y presupone a la enunciación del pensamiento histórico. Para oír este requisito técnico, oigámoslo desde la enunciación del imperativo categorial del propio Ricœur:

“Antes, incluso, del acto por el que me comprometo, existe el pacto que me vincula con el otro; la regla de fidelidad en virtud de la cual hay que mantener las promesas, precede así, en el orden ético, a cualquier promesa singular.”

A su vez para poder escuchar esto, lo haremos resonar en la campana de nuestra historia, el símbolo que suena ahí donde “comienzan nuestros verdaderos problemas, los que no tienen solución y nos interpelan con su silencio, con la sangre misma de nuestras venas, con el abrigo de muerte de nuestras tierras, que si queremos comprender la historiografía mexicana, la propia categoría México es nuestro único problema fundamental. Desconocemos qué significa México hoy en día.”

Para aclarar el sentido (la física del ahí) cabe apuntar que la sentencia no dice “ignoramos”. El desconocer es la voluntad actante que renuncia, olvida y sepulta.
Con esto ha entrado en juego una negatividad que interpela. Esta negatividad intenta ser asumida en una nueva experiencia.[1]

Al parecer de Ricœur lo que llama y consume desde el noúmeno de la ley –lo trascendente y la trascendentalidad – es dicha “regla de fidelidad en virtud de la cual hay que mantener las promesas”. Para la totalidad de Ricoer esto compone una dialéctica que  ya siempre ha resuelto, en el orden ético, cualquier proyecto o iniciativa particular –digamos acaso indigente (el trabajo precedente de Ricœur sobre la simbología del mal –vocación escatológica).

Ironizando se plantearía que una nación, por ejemplo, es primero una narrativa que permite pensar el tiempo, el presentarse asimétrico de las categorías semánticas de la experiencia y de la expectativa, espacios y horizontes de una radiación sincrónica y aspergente.

Pero entonces parecería coincidir con nuestra tesis de que México es simplemente una categoría historiográfica que sólo después se despliega como nación moderna en tanto país-pueblo.

Es fácil confundirnos, creer que se trata de lo mismo y pensar que ahí está todo, que ya se ha dicho todo o que siquiera existen condiciones para la filosofía en el país.

Es fácil poder decir que inmediatamente después que tal nación se configura y se desarrolla al amparo de la narrativa, justo ahí en la intervención al claro de la permisión a re-construir la aparición misma del país, se encuentra el pacto como lugar donde se podría ver al pueblo reacceder al plano de la conciencia y la autoconciencia.

Pero es que a su vez estas territorialidades eventuales  –leyendo hegelianamente la historia y su realización como libertad en sí en el concepto de Estado –, podrían ayudarnos a ignorar tácitamente el valor de recorrer una vez más el camino del pensamiento desplazado del camino del lenguaje científico político y económico contemporáneo, evadiéndonos de confrontar una vez más a Hegel con el desarrollo técnico del lenguaje y la expresividad historiográfica del siglo XIX-XX ante la declaración última de Paul Ricœur justo antes de concluir su inmenso recorrido en la panorámica de una hermenéutica de la conciencia histórica: Renunciar a Hegel.

Pero es que ahora nos es más fácil renunciar a Ricœur.

En nuestro primer ensayo la tesis de México como categoría historiográfica baraja la antítesis de que en el ser de un país, él mismo, no sea el sí del mismo necesariamente la respuesta o el diálogo de la existencia autoconciente del pueblo[2]

Esto parte de una simple intuición respecto al pensar: No toda dialéctica consigue conciliación. Se abre entonces el panorama a la siguiente instantánea: que eso que se llama pueblo mexicano siquiera sea un pueblo.

Con esto como fardo de una pregunta ininterrogada, ¿cómo cabe afrontar los imperativos arriba enunciados?

De principio hemos de confrontarnos y poner en juego nuestra comprensión de Ricœur, que acaso sospechamos las consecuencias que se entrañan al interior de la aporética de las fenomenologías de la temporalidad parten de una consideración a-histórica que pone en jaque el edificio total que Ricœur ha recorrido en su trilogía de Tiempo y Narración.

Revisemos la hipótesis que pone en juego la empresa Ricœurdiana: “la temporalidad no se deja decir en el discurso directo de una fenomenología, sino que requiere la mediación de un discurso indirecto de la narración”.

Para Ricœur este papel de la narración para con el ámbito del pensamiento histórico sería asumido por la historiografía en tanto que ésta, antes, ya ha tenido que soportar - en la posición particular de Ricœur respecto al cruce realidad-ficción -, la confrontación con las teorías narratológicas

Hemos de acotar lo anterior asumiendo la extrapolación de cuestiones al problema Ricœurdiano respecto al saber sobre si “la amplificación equivale a una simple multiplicación de las mediaciones entre el tiempo y la narración, o si la correspondencia inicial ha cambiado de naturaleza en el curso de nuestros estudios.”  

Procede entonces remontar aquello que Ricœur entiende por fenomenología de la temporalidad, en tanto que asume a estas fenomenologías como “los intentos más ejemplares para expresar la vivencia de tiempo en su inmediatez misma”, pues que la amplificación resultaría ser el plus que la fenomenología reporta para el despliegue real del lenguaje: Mundo.

Esto responde al mandato de aquello llamado por Ricœur “pensamiento de la historia”, que, sostenemos, esto ya posee un carácter mítico-nodal de la antípoda –por llamarlo de algún modo— respecto a los pares dialécticos entrecruzados de su analítica comparada de la fenomenología y la síntesis trascendental practicada entre la narrativa contemporánea y la narratología, que si la hipótesis de trabajo de Tiempo y Narración  “quiere considerar la narración como el guardián del tiempo en la medida en que no existiría tiempo pensado si no fuera tiempo narrado” la idéntica medida mentada es justo la alegoría inmediata que ya siempre ha orquestado, conscribiendo, adscribiendo y describiendo todos los eventos y sentidos del lenguaje.

Esta medida se mostraría entonces precursora a todos los instantes del pensamiento que efectivamente y sin lugar a dudas se han jugado del trayecto pensado del ser en el pensamiento de Ricœur.

Volvamos a leer…


[1] Eventualmente esto es México en tanto totalidad que parte del instante de la doble eternidad de nuestra refracción.
[2]  Tolerancia transhistórica. México como el territorio de la indecisión en tanto que el nosotros que atañe a la historiografía mexicana es el mundo de los indecisos, con sí y con no para la realidad.

viernes, 10 de junio de 2011

Imaginar tu historia

Entre tantos rostros,
Entre tanto cuerpo abandonado a la inercia del tiempo,
El silencio habla de ti, de todo lo que de ti depende,
la única historia mundial con cordura.

jueves, 9 de junio de 2011

No perteneces a nadie

1

Se llama ser o actuar; ésta es la cuestión: si es más noble hablar con el viento, o lanzarse a robar las plumas de las aves y marchar con dignidad a la muerte: violentos,
irreconciliados, nada más, y, con un poema, estar en paz, enterrados, redimida la sangre de la tierra sin dueño.


(1)1

La piedad como la vocación de rebelión silenciada,
La asunción del cuerpo de dios,


(1)2

Nadie te amortajó en tu última derrota,
se olió la putrefacción de tus sueños
más los poetas callaron ante tu piel.

Y es que tu cuerpo fue abandonado
en la fosa común de los recuerdos,
como con los de cualquier cristiano.


(1)3

Los poemas de quien canta a un sol que no ve
Pueden ser los pasos de los mortales,
Los besos del cuerpo de lo oscuro;
O pueden ser las notas oscuras de una terrible nota,
Enmañanada,
Algo que nos desconoce entre cada letra,
Entre cada puro estallido del sol y errante por la nada.

miércoles, 8 de junio de 2011

También la abrí: Teoría historiográfica 1

También la abrí

Abrí la tierra no para nacer los mitos,
Palabras antiguas robadas al otro sol.
Y es que no todos somos los mismos,
Hubo otros vientos,
Se amaron en otras praderas.


En términos técnicos hemos de comprender que el desarrollo de la teoría historiográfica
parte de los tiempos modernos, que su historia es la historia del ser y la historia de su olvido, la historia de la novela moderna y la capacidad de mito.

Son cuatro sus épocas, más una que permanece en el olvido, reiterada ella misma entre cada uno de los mitos que cada época inventó, heredó y dejó en legajos perdidos para inventar al fundador de los ocasos:

El renacimiento,

La ilustración

El pos-romanticismo,

La muerte de dios.


Cabe a tal respecto las primeras inducciones:

El papel del historiador se pensó al mismo tiempo que se pensó el papel del poeta,
Negándose la negatividad del decir poético. Aquí se tomó una decisión que fundó un nuevo sueño para el texto: la verdad de lo que se presenta ante la de lo que sucedió.

(¿A una? ¿Atravezadas? ¿Adyacentes? ¿Suplementarias?)

(Un duelo de apariencias)
El narrar que narra desde el mito o el narrar que narra desde la nada,
Una nihilización que conlleva la emergencia del sujeto, que lo coloca como poseedor del sentido a una, entre varios polos soportados: el redactor del documento, el redactor del tiempo, el redactor del sentido: político, historiador, político.

¿Dónde yace el soporte? En el claro de una decisión indigente.

No te interesan los cuentos completos, sólo buscas ahí donde sabes que puedes hallar la carne putrefacta de los antiguos vientos, antiguos relatos en prosecución de su voluntad, en el poder de su propio viento: De ahí que tengamos galeras completas aguardando su recepción, su interpretación, la vanidad de tantos ídolos refractados.

Así el poeta tiene una ruta de viaje, una estrategia planteada, un plan de ataque,
Una historia que contar ya con un esqueleto demente, siempre sido, siempre errante.
El historiador no, éste no sabe nada que, se ha olvidado de todo y sólo sabe pensar, unir y pegar, viento y fuego de la marca de dios: vivir ahí reconciliados en medio de la nada.

En verdad os digo que ya las decisiones fundamentales se fugaron hace mucho tiempo del papel, las veo reflejadas en cada silencio de lo que acontece.

viernes, 3 de junio de 2011

Como si

Como si cruz,
como si fuéramos viento,
como si nubes que pintaran del sol
la tarde que se esconde del tiempo
para ser el resto de aquél.

Pero tú todavía levantas la lanza,
Longino,
Para saber si el señor se fue,
Está,
O simplemente para herirlo,

Nadie te reclama,
Nadie levanta el brazo,
Y es que a veces,
Las palabras,
Son siempre insignificantes.

(sin título)

Paraísos artificiales,
Artificios naturales,

Poemas que son al viento
Lo que los cuerpos son a la piel.

No todos escriben directamente las nubes.
No eres tú,
no soy yo,
somos nadie
en el fin de nuestra historia:
un reflejo sin ninguno de los dos.

miércoles, 1 de junio de 2011

1 Pedernal

Levantado tu muro en devoción de otras vanidades
Desconocimos la distancia que nos aleja de nuestros ancestros,
Nación,
Pueblo de rencores asesinos:

Hay tantos dispuestos a matarte.

Pero seguimos aquí
enterrados
entre los mismos sueños que recién olvidas.