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jueves, 7 de abril de 2011

Contemplaciones V

(...) el diosar del Hombre Heidegger, La meditación, § 13 La filosofía (p. 53)

Por cierto todo discurso acerca de la “decisión” tiene ahora que caer fácilmente victima de todos los riesgos de este “lema”, el más capcioso; pues mucho de lo que sonora y frecuentemente es dado por “decisivo” es sólo primer plano de algo decidido desde hace mucho tiempo y su descendencia de fugaz decisión. No obstante, a despecho de todo abuso, la palabra acerca de la decisión tiene que ser dicha en el sentido de una pregunta: si la decisión es entre “ser” y “no ser”, es decir entre conservación de lo presente ante la mano y de lo que sigue impulsando y cesa de tales perspectivas y caminos, o si la decisión es más originaria: sobre el ser y el ente. Pues esa decisión no decide sobre el “ser” sino sólo sobre salvación y pérdida del ente incuestionado en su ser (de la omni-vida de la preocupación moderna por la cultura y el poder).

La dificultad suma de agregar algo a la palabra heideggeriana es el riego de su cercanía. Pero si justo ahí donde reside el mal reside lo que salva, el pensamiento post-heideggeriano es vecino en la indigencia fundamental: El largo tiempo transitado de la palabra “eterno”.

El riesgo de Heidegger y su palabra ya es evidenciado por él mismo, “este ‘lema’, el más capcioso”: “Ser y tiempo”: aquí es la caja de resonancia de su vanidad, pues en la escucha de tal sonido, Pandora, lo que eso que es dado por “decisivo”, la atención que la presencia suscita “es sólo primer plano de algo decidido hace mucho tiempo y su descendencia de fugaz decisión.”

¿Cómo salir de la re-iteración heideggeriana?

Esta es la pregunta por la fundamentación de la Tierra, el olvido de Epimeteo.
La muerte del hermano muerto, el diosar del Hombre.

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