Buscar este blog

jueves, 7 de abril de 2011

Contemplaciones IV: Kant

Immanuel Kant's shoes
Immanuel Kant's shoes (Photo credit: KAPOOKA BABY)
(Los filósofos y el pensamiento) (...) en su caverna seremos lo real del viento

Kant: Hay sólo una experiencia, en la cual son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes; así como hay un sólo espacio y un tiempo, en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser. Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad integra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.

Si sólo hay un espacio y un tiempo, ¿son estos el mismo? ¿Aun cuando se les escriba diferenciados? Al respecto de la multiplicidad, inmediatamente la señal con la cual Kant nos habla de esto es el signo “los cuales”. En estos “cuales”, en esta “multiplicidad”, dice Kant “tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser.”

Pensemos dos posibilidades. Primero el “tienen” re-itera el signo de esta multiplicidad.

Segundo, el tener de tal “tienen”, es el estar propio del fenómeno, su pre-valencia.

La re-iteración parte a dos direcciones, un ángulo suplementario: tienen su lugar todas las formas del fenómeno y además lo tiene la relación del ser o del no ser (la primera relación es única y singular, la otra, ya en la multiplicidad del caso, implica una renovación en la re-iteración de la propia multiplicidad al plexo de formación del fenómeno, su performance), (La sectante que corta una “esfera”, que confunde el espacio; que, sólo cuenta con herramientas de di-sección escritas: configura la intuición de medio compás, de dos campos, de sólo dos dimensiones.) Pero, ¿por qué las formas del fenómeno no son lo mismo a la relación del ser o del no ser? (El propio corte funda la mentira,

tu verdad, Tu canto y contexto, Tu obra, tú crítica)

Las máscaras del teatro de la conciencia: Sujeto, objeto. Si Kant comienza nombrando una única experiencia, al interior de esta unidad acontece la representación de toda apercepción. Este acontecer es una concatenación integral y conforme a leyes. ¿Qué experiencia es esta? ¿La del pensamiento? No, la de la razón, pues sólo ella, la razón, en la exigencia del caso planteado por Kant, puede la totalidad de las representaciones de la aparecepción conforme a leyes, leyes que necesariamente remiten a ella misma, a la razón. (¿Puede “qué”? ¿Es la razón un ente?) Lo curioso es que dice Kant que esta única experiencia es igual a la única estancia de un multiple esencial, tiempo y espacio. Sí esta única experiencia es igual, es porque no es la misma. Aquí el maravilloso comodín de la filosofía trascendental.

(Ay! Pero entonces que poco nos rinden los principios de la lógica, que confunde así igualdad con la identidad de lo mismo!, o acaso ¿A qué alude “Naturaleza” señor Kant? )

Ella misma, la experiencia, es única, sí, sin dobles, pero luego… qué. Que ella misma encuentra una igualdad entre ella y el espacio y el tiempo desde donde son las formas de los fenómenos y la relación entre el ser y el no-ser. ¿Cómo ella misma podría tener conciencia de la alteridad que le brinda la igualdad? (Esto ¿en tanto cúmulo total de apercepciones representadas en disolución sintética? ¿La conciencia de sí?). Esta alteridad, de ser, tendría que ser la Tierra. No tu conciencia amigo. Y es que lo Kant ha construido es una alegoría, una alegoría trascendental. La segunda parte indica:

Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad íntegra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.

Pero… entonces…, tal vez nosotros estemos hablando de diversas experiencias, tal vez estemos confundiendo el sentido de la construcción del texto kantiano. Tal vez no entendemos la relación que se ha formado entre el primer y el segundo enunciado del texto, entre los diversos momentos e instantes de una construcción que estoy leyendo con los momentos de captura, de entendimiento, de razonamiento y de abismo. Pues luego entonces, si estos tiempos, que corresponderían a diversas experiencias, no-son, ¡pues entonces yo he de ser idiota! O aquí Kant y yo pensamos lo mismo o estamos discutiendo qué significa pensar.

De retorno a la primera parte, el primer enunciado de ésta dice:

Hay sólo una experiencia, en la cual son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes (…)

El segundo enunciado explica: (…) así como hay un sólo espacio y un tiempo, en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser.

¿Qué relación se forma en este abrazo? Hay una sola experiencia, y hay un sólo espacio y un sólo tiempo. En esta sola experiencia son representadas todas las apercepciones en concatenación integral y conforme a leyes (ya podríamos ir escribiendo parousía del absoluto).

En este único espacio y único tiempo tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación del ser o del no ser; ergo no existe algo así como la historia de la filosofía. Simplemente es el devenir de lo uno y lo mismo trascendente. Ya podemos ir entreviendo el juego de una santísima trinidad, un pragmatismo pietista. La analogía es la que permite observar el carácter trascendental de la igualdad, algo que no se verifica en uno por uno, que no acepta la confrontación de proporciones empíricas y dimensiones materiales. Más bien, en relación al uso, la analogía refiere a la función esencial, dis-pone de eso mismo único en uno y en otro-uno para acceder al plano reflexivo de lo universal (¿Y luego Kant quiere llamar a esto pensamiento?) Aquí es entonces cuando ya se juega la pre-evaluación del fenómeno (Onto-teología señor Kant).

Lo que comparte cada uno con el modelo fundamental no es una idea, Kant no es Platón. Más bien aquello que en la difuminación de su aparecer, es, es de suyo único. Las supuestas categorías. Las unas y las mismas desde siempre y para siempre. Esto no sólo conlleva el juego de una auto-referencia donde las categorías a priori juegan el papel que preforma toda experiencia, que ordenan al fenómeno en la reproducción y en la asociación de la imaginación trascendental. Además, para con esto, en una especie de auto-destrucción fenomenológica, Kant con la crítica ya juega de antemano una posición más original: de-velar los fundamentos de uno y uno, un procedimiento de raíz sintético: nihilismo, pues Kant cree que el cielo puede ser un espacio de la razón. El no-ser de todo lo real. El interno subjetivismo que renuncia al mundo para escribir filosofía. Ah, la Weltanshaung!

La crítica tiene por fundamento un anti-teísmo indigente. El problema es que esta raíz solo aparece al matar el sueño, al arrancar la planta de su tierra, al trans-terrarla en un vaso de vidrio, en un matraz. ¿Cuántos Edipos más en la historia de la filosofía? Incluso Deleuze es uno de ellos. Mata al padre, mata al padre, y para fundar… ¡se arrojó de un sexto piso! La imaginación pensada en la exposición de la lógica trascendental y no en el ámbito de la estética trascendental.

!La lógica del sentido!

Digo, no es que esto sea menos nefasto, es simplemente que Kant, a sabiendas, prosigue por este camino, viene entonces con su texto, sus críticas, prolegómenos y metafísicas, a hacer justicia a un proyecto humano que ya desde siempre configuró el crimen que funda la civilización de Occidente, la filosofía, su propia traición: la destrucción de la poesía. Así, que si Kant no nos dice qué correspondería al único tiempo y qué al único espacio, que si el tener lugar de todas las formas del fenómeno es la función tiempo, es la función del espacio, a si acaso es esto una única función, estancia funcionante en ambas instancias. Tampoco nos habla sobre la posición única, singular o simultanea que podrían ser el ser y el no ser respecto al espacio o/y al tiempo. ¿Qué nos permite Kant sacar en claro respecto a su decir sobre el ser y el no ser? “Hay un solo espacio y un tiempo en los cuales tienen lugar todas las formas del fenómeno y toda relación ser o del no ser.”

Primero podemos apuntar que la cuestión del ser y del no ser es la cuestión de una relación, su relación. Además cabe apuntar que esta relación no es la relación de una yuxtaposición, de una conferencia, más bien es la cuestión de una disyuntiva, la del ser o la del no ser.

Esta disyuntiva, la de ser o la del no ser, es en la unidad del espacio y del tiempo. Sabemos que según Kant esta unidad es la unidad de la percepción, el objeto de la estética trascendental. Pero también sabemos que la disputa entre el ser y el no ser viene a ser disputa en el territorio de la exposición de la lógica trascendental, la demostración de la deducción de las categorías a priori, su utilización en los juicios sintéticos, y la justicia del uso de estos juicios sintéticos en la construcción de la ciencia, la verdad. ¿Cómo podemos extraer la conexión entre la relación del ser o del no ser, acto del teatro de la unidad representación de la conciencia, es decir, la experiencia, con la configuración de proposiciones enunciativas que no se basen en la contingencia del evento – como podría parecer hace la poesía desde la visión del mundo de Kant – y se encuentren fundadas en la necesidad necesaria del ser? Si en la segunda parte de nuestro fragmento Kant dice:

Cuando se habla de diversas experiencias, son sólo otras tantas percepciones, en la media en que ellas pertenecen a una y la misma experiencia universal. Pues precisamente en la unidad íntegra y sintética de las percepciones consiste la forma de la experiencia, y no es nada más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos.

La “misma experiencia universal” –a la cual pertenece todo aquello que a tontas y a locas se mientan (“Cuando se habla…”) como diversas experiencias – es la unidad integra y sintética de las percepción: la unidad trascendental de la re-presentación. En ella, en el espacio-tiempo ahora sí unidos de su representación, adquiere consistencia la forma de la experiencia. Esta consistencia no es más que la unidad sintética de los fenómenos según conceptos, es decir, las categorías. Pero entonces, ¿El tiempo y el espacio son simplemente la representación? ¿Una auto-representación? Pues que en la justicia que Kant configura, el tiempo y el espacio jamás se podrían representar. Ellos son el propio despliegue. La representación es el espacio del tiempo y el tiempo del espacio en el espacio-tiempo de la representación. ¿Así o más solipsista?

La dialéctica trascendental al punto no devela nada nuevo. Ya todo se ha puesto en el talero desde estas pro-posiciones. Pues claro, que si el pensamiento y la razón son un ajedrez, cuenta todas las casillas y deduce con algoritmos la totalidad de jugadas posibles. Pero, ¿sabes? Aun con esto las jugadas son infinitas.

Pues Kant, mi querido pietista, recuerda que cuando ya no puedes confiar en ti mismo, el interior es solo el pincel del otro que pinta el plexo de lo eterno, la poesía.

Los abismos interiores son la obra de cualquier poeta, yo me dedico al trazo de los abismos exteriores. He aquí que vi a los ángeles descender al fondo de todo este cuento. Así, si en una ocasión para con Aristóteles preguntamos si el concepto de ousía era por sí una ousía ( ousía- presencia), para con Kant hemos de preguntar si la exposición de las categorías a priori es una re-presentación de la re-presentación en un mundo carente de pre-sencias, es decir, de simples discursos. Pues el noumeno, la presencia, debería ser su propio tiempo-espacio.

Pero esto ya corta de raiz todo el arbol la crítica.

He aquí la leña del pensamiento de los últimos doscientos años. Que si toda relación del ser o del no ser es, es al interior de la unidad trascendental luego no sólo la historiografía es sorda, ya antes la poesía es muda. A la filosofía le han cortado todos los sentidos. Pero en su caverna volveremos a sentir lo real. Los muertos respiran este fuego, el del poema.
Enhanced by Zemanta

3 comentarios:

  1. Los pensadores hacen lo mejor que pueden o que les piden en su momento, tal vez el quid de la cuestiòn no sea refutar sus teorìas sino pensar a quièn le interesa, sostener en las academias este tipo de pensamiento, casi totalitario. Y por què la formación no permite cambiar la estructura de un saber. Libertad, poeta, no es dialogar con muertos, porque jamás responderán por su pensar y su hacer. La crítica exige romper con los grandes monumentos del saber o vivir adorándolos...què vas a hacer vos?. Filosofía historiogràfica de Latinoamèrica o un rèmix greco-alemán?

    ResponderEliminar
  2. La verdad

    Una rosa

    El tiempo

    Una sonrisa

    al norte del futuro,

    un recuerdo

    un poema

    escrito al otro lado del universo

    ResponderEliminar
  3. Al otro lado del universo, nadie lee poemas, el futuro y la verdad es del norte, aquì somos la rosa o el recuerdo del tiempo...

    ResponderEliminar