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viernes, 20 de agosto de 2010

Y no eres vidrio

Cumbres nevadas de silencio,
auroras centellantes de deseo,
la rosa que se entierra en la playa,
y la playa que dibuja tu rostro
para consumirse en los arcos del tiempo.
¿Lloras?
Curioso cómo un momento
es un minuto o media hora,
cómo puede ser la noche
perdida de la memoria
o la eternidad.
Como si la expectativa, el temor y el deseo
fueran dragones empastados
en textos milenarios
que apuestan por el calor de los ojos
que invaden sus gargantas
y queman el silencio del tiempo,
lo que transcurre entre tus pómulos,
de tus ojos y sus lágrimas,
a la vista, y a la visita de tu retorno,
de la llama de tu contorno
de paisajes increados de mujer.

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