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miércoles, 21 de abril de 2010

Túmulo

Enterramos nuestras almas en la arena,
de modo que nadie las perturbara.
Después emprendimos cada uno en dirección contraria

Era la secreta esperanza de desconocernos,
de cruzar los mismos estrechos
y permanecer ciegos a nuestras errancias.

Al paso del tiempo lo que dije se lo dije al aire,
Lo que oíste retumbó directo del suelo.
Fuimos el mundo que palpitaba ausente para el otro que un día era.

Sólo masticábamos granos en nuestras muelas.

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